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Antes los procedimientos quirúrgicos solían hacerse en secreto pero, en el mundo pos-Kardashian, la transparencia solo es una parte del proceso.
Cuando Herluf Lund, un cirujano plástico certificado en Chesterfield, Misuri, comenzó a realizar intervenciones estéticas hace 30 años, la gran mayoría de sus pacientes querían que sus cirugías se mantuvieran en secreto. En particular, cuando se trataba de implantes mamarios a las clientes de Lund les preocupaba que se pensara que tenían “algún tipo de motivación retorcida”, dijo. Por ese entonces, sus pacientes buscaban ante todo discreción y confidencialidad.
“Ha sido una transformación de 180 grados en comparación con el momento en que empecé mi carrera”, dijo Lund, de 65 años, quien acaba de finalizar su período como presidente de la Sociedad Estadounidense de Cirugía Plástica Estética (Sociedad Estética). Ahora, los pacientes “esperan que tomemos fotografías, y quieren publicarlas”, dijo.
Los estadounidenses gastaron 9300 millones de dólares en todos los procedimientos estéticos disponibles en 2020, un aumento en comparación con los 8200 millones de 2019, según la Sociedad Estética. En TikTok, la etiqueta #plasticsurgery (cirugía plástica) tiene más de 6800 millones de visitas y cuentas populares, como @celebplastic, @celebrityplastics, @celebbeforeafter en Instagram, están dedicadas exclusivamente a imágenes de celebridades de antes y después (aunque por lo general no se tienen pruebas de que esas celebridades se hayan operado, sino que es mera especulación).
Lara Devgan, una cirujana plástica certificada en la ciudad de Nueva York que tiene más de 500.000 seguidores en Instagram y 33.000 seguidores en TikTok, dijo que el hecho de que se compartan los procedimientos en las redes, sobre todo por parte de las celebridades e influentes, “ha reducido el estigma sobre la cirugía plástica y la medicina estética”. Y más después de este año tan extraño, “la transparencia y la autenticidad se han convertido en una norma social: nadie cree que es la berza y el agua tibia con limón lo que mantiene tu cutis sin arrugas”, afirma.
Devgan, de 42 años, usa sus redes sociales como una extensión de su profesión médica, principalmente para educar a los espectadores y controlar sus expectativas sobre lo que es posible, dijo. Publica videos de los procedimientos que realiza, como una blefaroplastia del párpado superior, y explica cómo podría ser la recuperación para los diferentes tipos de intervenciones.
Y a los espectadores les parece absolutamente hipnótico. “Tengo una sola vida, indomable y valiosa, y al parecer quiero invertir entre 5 y 10 por ciento de ella pensando en rellenos para las mejillas”, comentó Sarah Evans, de 33 años y oriunda de Washington D. C., quien con frecuencia visita la cuenta de Instagram @celebface. Evans disfruta ver la cantidad de trabajo que se requiere para que los famosos luzcan como como se ven, y también se ha dado cuenta de que “es reconfortante saber que la gente no se despierta viéndose así”.
Aunque las redes sociales han contribuido a reducir el estigma de hacerse un procedimiento estético, varios expertos entrevistados para este artículo citaron el programa de televisión Las Kardashian como un fenómeno precursor de una nueva transparencia en torno a las inyecciones de bótox y los rellenos faciales en Estados Unidos. En un episodio de 2010, Kim Kardashian West apareció sometiéndose a un tratamiento de bótox.
“Los procedimientos estéticos casi son coprotagonistas del programa”, opinó David B. Sarwer, de 53 años, decano asociado de investigación en la facultad de salud pública de la Universidad Temple, quien ha investigado sobre el aspecto psicológico de la cirugía estética.
Esta transparencia se extiende a otras estrellas de la telerrealidad, dijo Sarwer. Las mujeres de los programas The Real Housewives se han sometido a todo tipo de intervenciones, desde rellenos de labios hasta rejuvenecimiento vaginal.
Parte del nuevo despliegue de mejoras estéticas tiene que ver con el estatus: cuando te haces rellenos faciales como las Kardashian estás diciendo que estás a su nivel, dijo Sarwer. Lund comentó que ahora “todo el mundo quiere una mandíbula increíblemente afilada y un cuello muy marcado”, y una de las celebridades cuya mandíbula y barbilla es más admirada por sus pacientes es Evan Rachel Wood, de Westworld, una serie en la que la actriz interpreta a un androide sensible.
Pero en parte también se debe a que la definición de “autocuidado” se ha ampliado tanto que ahora incluye ponerse inyecciones en el rostro cada seis meses para no verse “cansado”, dijo Maggie Reid, de 33 años, profesora adjunta de periodismo en la Universidad de Toronto Scarborough y presentadora del pódcast Generation Botox.
Reid no cree que la nueva transparencia sobre la cirugía plástica haya hecho que los estándares de belleza sean menos opresores. “Sabemos que las celebridades tienen entrenadores, dietas especiales e intervenciones cosméticas para lucir de esa manera, pero ese no es el punto. Es este ideal de belleza que se va acrecentando y que nadie puede alcanzar sin intervenciones, y la cirugía plástica cada vez se vuelve más una parte de esa rutina de belleza normalizada”, expresó.
Lorry Hill, una creadora de YouTube, cree que muchas personas que están en el ojo público aún no son del todo transparentes sobre las modificaciones corporales y faciales que se realizan, incluidas las Kardashian. En su canal de YouTube, que cuenta con más de 200.000 suscriptores, Hill disecciona a detalle los procedimientos que, según ella, se han hecho varias celebridades, y al final también hace un recuento meticuloso del precio. Aclara que no es una cirujana plástica ni una experta, sino una entusiasta. Sus videos tampoco están verificados por un cirujano o un médico. En su biografía de YouTube, señala: “Por favor, acude a un cirujano plástico para recibir asesoramiento médico”.
Pero eso no impide que la gente vea su canal de manera obsesiva. Hill, que tiene 43 años y vive en Las Vegas, dice que hace estos videos para mostrar todo el trabajo que hay detrás de la imagen perfecta de una celebridad.
“Estamos aquí comparando cómo somos de manera natural —la mayoría de las veces son los más jóvenes los que se comparan— con las imágenes de las celebridades operadas, y ni siquiera saben que esa persona se ha operado”, dijo. Hill tiene experiencia personal en este tema. Ha grabado más de un video sobre su propio estiramiento facial y del mes que tardó en recuperarse, así como sobre las rinoplastias que se ha hecho.
Hill dice que, aunque está contenta y segura de las cirugías a las que se ha sometido, se ha vuelto menos partidaria de la cirugía plástica desde que empezó su canal hace dos años; ahora está “en un punto intermedio”, y le preocupa cómo esas imágenes de belleza perfecta pueden estar contribuyendo a una baja autoestima.
(Una revisión de varios estudios encontró evidencia sólida de que el uso de las redes sociales está asociado con una imagen propia negativa, y un estudio de más de 200 mujeres con edades comprendidas entre los 18 y 25 años encontró que el uso de Instagram está asociado con una mayor cosificación de la imagen propia y la comparación con la apariencia de las celebridades. Sin embargo, se deben hacer más investigaciones con base en muestras más diversas y otras plataformas de redes sociales).
Es su nuevo libro titulado Face: One Square Foot of Skin, Justine Bateman, de 55 años, cineasta y actriz, trata de rechazar la idea de que los rostros de las mujeres están “rotos y necesitan ser arreglados”. En la portada de su libro hay una fotografía suya sin retoques, con marcas que fueron hechas con el bolígrafo de un cirujano plástico. Su texto es una meditación sobre los rostros de las mujeres y la presión cultural que las lleva a estar “avergonzadas y arrepentidas de que sus rostros hayan envejecido de forma natural”.
Bateman dijo que decidió rechazar esa presión. “Puedo mirarme en el espejo y pensar que me veo horrible, o puedo mirarme en el espejo y pensar que es una cara supercool. Todos creamos nuestra propia realidad, y esa es mi realidad, y nadie puede hacer nada al respecto”, dijo.
Devgan tiene una interpretación más positiva de esas selfis aspiracionales con filtros. Dijo que antes algunos de sus pacientes solían llevarle fotografías de famosos a los que querían emular, pero ahora le traen retratos suyos con mejoras estéticas de sus propios rostros. “Eso forma parte de la transparencia y la autenticidad: la gente quiere verse como la mejor versión de sí misma”.
Pero después de un año de aislamiento, y de una vida mediada por pantallas más que por interacciones en persona, ¿es posible que nuestra realidad se haya fracturado tan profundamente que ya ni siquiera sepamos cómo se ven los rostros naturales?
“Nos movemos en este mundo virtual casi exclusivamente, por lo que la imagen se está convirtiendo en algo más importante que la vida real”, afirma Reid. “Nunca podremos conseguir el aspecto de una selfi con filtros, nunca te vas a parecer a un personaje de anime sin poros, sin duda tenemos que entender eso”.